Todos los caminos de la ciudad de México llevan al Zócalo, pero para cada persona el camino es distinto. Yo llegué hasta aquí buscando historias. Aquí, en el centro de la ciudad de México, bajo un sol inclemente o bajo las súbitas tormentas de la temporada de lluvias que amenazan con inundar las carpas de los huelguistas, hablo con los trabajadores y trabajadoras de Luz y Fuerza del Centro que se mantienen en huelga de hambre en su lucha para recuperar su empleo. Contra los grandes medios de comunicación y contra el reloj que avanza en su contra. Estas son sus historias.

sábado, 19 de junio de 2010

Carta para un huelguista - día 56

Ella se llama Raquel. Es la hija de Cayetano. Y dice:

Carta para un huelguista:

¿…qué es lo que nos han hecho? Me pregunto con coraje y con tristeza. ¿Acaso todo está perdido? La educación está podrida, la vida está arruinada. ¿Será que la única solución es salir huyendo y gritar “sálvese quien pueda”? Si, lo pensé. Pero las cosas han cambiado. Hoy he despertado y he sentido en mi alma la chispa de la rebelión, he visto estos hombres que han sobrevivido sin comer, he visto sus miradas hacia el cielo, buscando y pidiendo una solución, he leído la desesperación en su mirada: la tristeza, el enojo. He conocido muchos sentimientos, y entre ellos la admiración por todos, el orgullo de saber que aun existen los sueños, el orgullo de saber que no todo tiene que estar arruinado. Descubrí finalmente que existen hombres y mujeres valientes dispuestos a dar la vida por su país al igual que me lo contara un libro de historia.

Hoy quiero dirigir mis letras a los hombres y mujeres que forman parte de esta lucha. Hoy sé que no es suficiente decirles que no se den por vencidos porque no están solos. Es por ello que hoy me he decidido a decirles algo más que eso. La admiración que siento hacia ustedes no solo se basa en que lleven 55 días sin comer, no solo es eso. Los admiro porque a pesar de estar en un país desangrado por aquellos sedientos de poder no han desistido en su lucha, siguen aquí, dándolo todo. Los admiro porque he sido parte de los miles de jóvenes que carecían de esperanza. Pero el verlos a ustedes llenos de fuerza me ha hecho ver que no todo está perdido, que si se pueden cambiar las cosas. He comenzado a entender finalmente el porqué de la historia de mi patria, por qué se hicieron estas cosas, y por qué de ser necesario volverían a suceder…

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