Todos los caminos de la ciudad de México llevan al Zócalo, pero para cada persona el camino es distinto. Yo llegué hasta aquí buscando historias. Aquí, en el centro de la ciudad de México, bajo un sol inclemente o bajo las súbitas tormentas de la temporada de lluvias que amenazan con inundar las carpas de los huelguistas, hablo con los trabajadores y trabajadoras de Luz y Fuerza del Centro que se mantienen en huelga de hambre en su lucha para recuperar su empleo. Contra los grandes medios de comunicación y contra el reloj que avanza en su contra. Estas son sus historias.

domingo, 30 de mayo de 2010

Miguel - día 36


Nombre: Miguel Ángel Domínguez León

En huelga desde: 28 de Abril

Edad: 46

Puesto en Luz y Fuerza: Cables Subterráneos – Sobrestante Instalación y Mantenimiento

Dice la historia oficial que el presidente mexicano Venustiano Carranza había emprendido el traslado de todo su gabinete, familias incluidas, desde la Ciudad de México hasta Veracruz. Con él trasladaba también su mobiliario y todo el tesoro de la nación, consistente en kilos y kilos de oro, plata y billetes. La historia que le contaron a Miguel es muy otra. En su historia, Venustiano Carranza, barbón y traidor, avanza solo en la oscuridad a lomos de una mula vencida bajo el peso del oro robado. El presidente huye con el tesoro de la nación. Se detiene a descansar en Mixtlán (Puebla), donde uno de los nativos del pueblo lo reconoce. Cuando el presidente prófugo reemprende su camino hacia Veracruz, el nativo de Mixtlán lo sigue en silencio. Finalmente, el presidente arriba a Tlaxcalantongo, donde se dispone a pasar la noche. El nativo de Mixtlán se acerca entonces al presidente dormido y, despechado, descerraja de un tiro al ladrón. Así se las gastan los mexicanos con los presidentes ladrones. Más tarde, el cuerpo del presidente sería llevado desde Necaxa hasta la Ciudad de México en el ferrocarril de LyFC que conducía el abuelo materno de Miguel. Necaxa: patria de Miguel, cuna de la electricidad en México, orgullo de la nación, de dónde salió el primer chispazo de energía eléctrica en dirección a la Ciudad de México y las minas de Hidalgo y Michoacán en 1905. Necaxa, que significa, en náhuatl, “el lugar donde nace el agua”. Miguel nos habla de la lluvia, de las cinco presas que alimentan la gran planta hidroeléctrica –ahora inactiva-, de los ríos y los bosques húmedos: Necaxa.

Miguel es un hombre sereno y reflexivo. Serio y prudente en un principio, se va abriendo a medida que comprueba que no le hemos mentido al decir que venimos a escuchar su historia. Nos cuenta su vida y la de los suyos con la sorpresa de quien recién viene descubriendo que lleva un gran narrador dentro, y a medida que las palabras fluyen la historia se tensa, toma vuelo y abre las alas. Habla de su otro abuelo, que fue villista, y que al regresar de la revolución trabajó en la mina y luego en LyFC. Yo, como siempre, me río suavemente ante la expresión tantas veces escuchada y jamás plenamente comprendida: regresar de una revolución. Miguel me mira sin comprender mi incomprensión. No sabe que en España, los perdedores de la revolución fueron perdedores para siempre. Franco, nuestro infame dictador patrio, se encargó de humillar la memoria de los revolucionarios y la de sus hijos. El abuelo de Miguel, en cambio, que luchó con Pancho Villa, regresó de la revolución vivo, pobre y sin miedo a represalia alguna.

Su trabajo en Cables Subterráneos –ese departamento vital que jamás cobró mordidas a nadie y que sin embargo tiene presencia masiva en esta huelga de hambre- consistía en la reparación de fallas, principalmente en cables. Me habla del peligroso cable trifásico, cuyas tres fases, separadas apenas por un par de centímetros, no deben rozarse bajo ningún concepto. Me habla de los guantes reglamentarios que a menudo tienen que quitarse, pues la sensibilidad en las manos es vital para salir victorioso de la tarea. Me habla de la vez que, acabando una soldadura, dobló un hilito de cobre con la mano desnuda, un hilo fino como un cabello, insignificante, y que el suelo, húmedo aún de las lluvias recientes aunque pareciera seco, le traicionó. La soldadura unió dos de los cables trifásicos y al tocar el hilo Miguel hizo contacto con tierra y se quedó pegado al cable: cuanto más luchaba por despegarse, más y más violentamente le jalaba la electricidad. Aconteció por casualidad que un compañero alcanzó a darse cuenta y cortó el cable. Sobrevivió para contarlo.

Sufrió la falta de material que imperaba en toda la empresa y confiesa que en ocasiones la cuadrilla tuvo que hacer colecta para ir a comprar algún cable o tornillo. En otras ocasiones usaban materiales reciclados y recuerda que alguna vez hasta tuvieron que escarbar en la basura para conseguirse algún material con el que reparar la falla. Me cuenta como el gobierno estrangulaba a la empresa mediante los famosos bonos de ahorro, que premiaban a los ingenieros de confianza con cada peso que no destinaban al presupuesto de su departamento. Sin embargo, su cuadrilla nunca dejó un trabajo sin hacer. Lo dice con el mismo orgullo con que afirma que el convenio de productividad que el sindicato firmara con el gobierno marchaba viento en popa a pesar de la falta de materiales y de las camionetas centenarias. En octubre de 2009, el sindicato había cumplido ya con el 91% de los objetivos marcados en 2008 y disponía todavía de varios meses para cumplir el 9% restante.

Un año y medio antes de la polémica extinción había ascendido a sobrestante. Tenía ahora a quince hombres a su cargo y su sueldo subió. Se permitió entonces realizar el sueño de toda una vida: comprarse una camioneta para viajar con su esposa y sus dos hijos. Aprovecharon los fines de semana y las vacaciones para hacer viajes relámpagos a Reynosa, a Querétaro, a Puebla, a Veracruz y, claro está, a Necaxa, su pueblo. Durante uno de sus viajes se acercaron a la frontera con Estados Unidos, esa línea infranqueable que separa los dos países como una valla de espinas. Contemplaron de lejos el país vecino. Vieron con asombro los edificios esbeltos y ordenados y allí fue donde Miguel le prometió a su hija que para sus quince años la llevaría de viaje a California, donde vive su tía, para que pudiera ir a Disneyland. La vida al fin le sonreía y los sueños quedaban un poco más cerca. Llegó entonces la extinción. Sobrevivieron gracias a los ahorritos que tenían separados para el regalo de quince años de la hija. Ya no habría viaje a California, ni viaje a ninguna otra parte, pues tuvieron que venderse también la camioneta. No logró encontrar trabajo en ningún lado, pues como todos los demás trabajadores, está boletinado.

Las ganas de seguir peleando le llegan hasta el cielo. Al cuerpo, en cambio, le cuesta más. En el momento de mayor desesperación, antes de empezar la huelga, se dirigió al camposanto. Allí reposa su padre, a quien Miguel tanto echa de menos. Dice que no puede fallarle a sus abuelos, a su padre: a sus muertos se encomienda para que le den fuerza en esta lucha desesperada. Y los muertos velan sus sueños. Dice que soñó anoche que estaba de nuevo trabajando cables con sus compañeros. No soñó que ganaban la lucha, no soñó una fiesta: solo que estaban todos juntos, de nuevo, trabajando. Fue feliz.

Yo también quiero contarle una historia a Miguel. Durante la Revolución, los mexicanos, pobres de solemnidad, se alzaron en armas al grito de “Tierra y Libertad”. No obtuvieron ni la una ni la otra. Veinte años después, los españoles les hicieron eco: Tierra y Libertad, gritaron los republicanos, y fueron condenados de por vida a la vergüenza y el exilio. Del Madrid republicano que resistió tres años bajo las bombas enemigas, por su parte, llegó una consigna a México, una consigna que se expandió rápidamente por toda América Latina. En pago del “Tierra y Libertad”, la España más rebelde y castigada enviaba su última voluntad a los países de acogida. Sus hijos fugitivos, sin embargo, llegaron a México con dos palabras escondidas en la maleta. Ahora esas palabras ondean en las pancartas del Sindicato de Electricistas: No Pasarán, dicen.

El jueves 3 de junio, tras 37 días en huelga de hambre, salió Miguel Domínguez rumbo al hospital con fuerte dolor abdominal y desvanecimiento (fuente y foto: @ugaling). Miguel, amigo: espero que tu sueño se cumpla pronto.

10 comentarios:

  1. Necaxa siempre ha sido revolucionaria. Durante la Invasión Francesa un miliciano voluntario indígena venció a toda una columna de Suavos con ingenio: se trepó a una montaña, amarró piedras con juncos y cuando el contingente francés se acercaba, tocó un pequeño tambor y una trompeta simulando que se encontraban ante una división del Ejército Mexicano.
    Los franceses montaron guardia y apuntaban al cerro en busca de los mexicanos, parecían fantasmas. El terror los invadía. Entonces soltó las piedras y venció laos invasores. Esas rocas permanecen allí, aún pueden verse junto a un camino que lleva a las instalaciones de Luz y Fuerza.

    El nombre de aquel hombre era Juan Galindo y así se bautizó al municipio.

    Yo crecí en Necaxa, en una casa que fue construida por canadienses y americanos cuando momentáneamente el pueblo fue nombrado Jacksonville y Little Canada en recuerdo a las tierras que habían dejado. Con el tiempo le regresaron su nombre indígena: "Necaxa", acrónimo de Nemi Caxani Atl "lugar donde nace el agua o habitantes del cajete de agua". Al otro lugar se le castellanizó como "Canaditas". Una iglesia de estilo anglicano queda como testigo del paso de los extranjeros que se fueron con la Nacionalización.

    En esa casa con jardín al estilo americano aprendimos a tomar decisiones en colectivo. En Necaxa todas las decisiones se toman en asamblea y las opiniones diferentes siempre nos han caracterizado. Hacíamos frente a tormentas, incendios y temblores juntos. Aprendí por primera vez que las "faenas" y ver por el bien común es lo más importante.

    ResponderEliminar
  2. Allí nació el equipo de fútbol Necaxa, cuando 11 hermanos trabajadores de Luz y Fuerza decidieron conquistar la Primera División y así cambiaron su sede a la Ciudad de México. Nos quedó el estadio construido por el Sindicato. El día que jugué en él y pise el pasto sentía la historia en mis pasos. Era un lugar convertido en leyenda.

    Las instalaciones del Club Necaxa se convirtieron en un Cuartel Militar en 1996 cuando el EPR atacó a nuestra comunidad. Esa noche, ráfagas de metralleta inundaron el cielo, explosiones de granadas, gritos. Al día siguiente llegaron helicópteros, y cientos de soldados. Pensé que sería la única vez que vería a mi ciudad llena de militares. Estaba equivocado.

    Curiosamente nunca quise entrar a Luz y Fuerza, yo quería ser otra cosa. Y gracias a "La Compañía" y una beca a la que tenía derecho por ser mi padre trabajador pude estudiar en la Ciudad de México. Aún recuerdo la carta que firmé en el Sindicato donde me comprometía al terminar mis estudios devolver esa ayuda a otro joven que quisiera estudiar.

    Me tocó el cambio de milenio, una huelga estudiantil y la salida del PRI de Los Pinos. A pesar de no estudiar en la UNAM, a quienes estuvimos en una universidad pública sufrimos de una escalada de los medios de comunicación que pensé sería la única vez vería en mi vida. Pareciera que todas las escuelas públicas fabricaban haraganes, eso nos indignaba. Era una ola imparable que el poder se encargó de mantener en cresta.

    ResponderEliminar
  3. Mi padre nunca faltaba a su trabajo en la planta de Necaxa y nos contaba lo duro y estresante que era estar todo el día con el riesgo eléctrico. Una vez de visita a su trabajo me llevó por un pasillo donde me dijo: "si volteas a los lados la energía de las líneas simplemente te evaporará". Aún recuerdo esa tarde lo orgulloso que estaba mi padre de mandar energía a la Ciudad de México.

    Una madrugada de lluvia vimos un resplandor azul, gigante. El tronido se escuchó en todo el pueblo. Al día siguiente en la escuela un amigo traía la cara más larga que he visto… su padre había muerto en una maniobra. Se descuidó y se acercó 5 centímetros de más y su cuerpo atraído por la alta tensión quedó carbonizado.

    Entendí el valor que se requería para operar unas instalaciones que el gobierno se negaba a proporcionar presupuesto y quería volver obsoletas. Descubrí lo responsables que eran los trabajadores al usar el ingenio y resolver con lo que tenían a la mano las fallas para no dejar sin luz a la Ciudad. Por ese entonces casi todos sabíamos hacer amarres de cables y traíamos nuestra navaja estilo McGiver. Sabíamos cómo funcionaba un generador. Todos habríamos las licuadoras de casa jugando a ser ingenieros de la Compañía. Lo traíamos en la sangre.

    ResponderEliminar
  4. El riesgo de morir en una maniobra era todos los días, la gente de esa división tenía los nervios templados. Son de los más aguerridos a la hora de defender sus derechos.

    Es cierto que había áreas que no atendían bien al público, sobre todo en las cajas de cobro al cliente, pero por eso no se puede generalizar a todos los trabajadores. Se dice que aquellos que eran corruptos y atendían mal al público son los primeros que se liquidaron.

    Operación, Cables Subterráneos y Líneas Aéreas son lo que se permanecen y se negaron a firmar su "renuncia voluntaria". Son los que quieren a su empresa y a su comunidad. No entienden la terrible y masiva campaña de difamación del Gobierno y los medio en su contra. Son quizá las personas más valientes y responsables que conozco.

    Una noche que regresaba de visita llegaron camiones de la PFP a desmantelar el campamento que los trabajadores habían instalado para evitar el saqueo de las instalaciones de Luz y Fuerza. La que ellos construyeron.

    Sonaron las campanas del pueblo y miles de personas bajaron a apoyar a los trabajadores. El General que iba al mando déspota amenazaba a los pobladores y fue cuando entonces por la montaña sonaron machetes y gritos y cohetes. Eran los pueblos vecinos que bajaban a apoyarnos. Los soldados disfrazados de policías federales apuntaban desconcertados al cerro.

    ResponderEliminar
  5. El reflector que traían no lograba ver a nadie. Fue entonces que el General de la PFP entendió quizá de qué se trataba y retrocedió. La prepotencia se fue cambió el semblante de su cara. Huyó por la misma carretera por donde vino.

    Esa noche la reacción de mi comunidad me dio una enorme lección y hasta me arrepentí de haberme ido a vivir a la Ciudad de México. Esa fue la segunda vez que vi tropas en mi pueblo.

    Todos los días mi familia y mi comunidad me enseñan lo que es la dignidad y el coraje. 7 meses de resistencia se dicen fácil, suponen un reto para una ciudad sin fuente de empleo y sin embargo el pueblo se une, se auto emplean y resisten.

    A veces en la sobremesa se muestran tristes al no saber cuándo se resolverá el conflicto. Rezan para que los fines de semana pasen rápido y los que se encuentran en huelga de hambre no sufran por la indiferencia de los medios, se indignan por que al gobierno le vale madres la huelga de hambre.
    El silencio invade y al abrir la ventana para aliviar el calor miramos por la ventana y vemos las torres de energía que hace 100 años se construyeron y eso nos anima. Sin hablar coincidimos en lo que sentimos al mirarlas: "Necaxa es la Compañía de Luz, no vamos a perderla. No vamos a permitir que este pueblo muera. Perder la lucha y la huelga es perdernos a nosotros". Pensar así nos devuelve la confianza.

    ResponderEliminar
  6. Y al regresar al DF me encargan salude a los paisanos que están en la huelga en el Zócalo. Me piden los periódicos de la semana que devoran cuando los llevo en busca de un a nota que los siga alentando, para descubrir que la Suprema Corte no es indiferente ante la huelga y se decide en devolverles el trabajo.

    100 años lleva en la lucha el SME, uno de los primeros sindicatos del mundo. En Necaxa hemos resistido invasiones y desgracias. Se luchó por la nacionalización de le industria eléctrica. Es un lugar con historia y esta batalla de resistencia será una más de las que ganaremos.

    Felicito a la periodista que realiza este trabajo y se toma la molestia de visitar el campamento. Por ella, la gente conoce el lado humano de la huelga y con suerte sensibilice a los demás españoles de lo que pasa aquí, pues empresas de ese país están detrás del interés del intento de desaparición de Luz y Fuerza. Iberdrola y telefónica están tras la generación y la fibra óptica.

    Esta lucha la vamos a ganar. Sigamos apoyando

    ResponderEliminar
  7. gracias por la historia, "necaxa", es hermosa!

    ResponderEliminar
  8. Me robaste algunas lágrimas. Esas últimas palabras Altea, son inquebrantables, son un lazo de unión con ustedes los españoles que muchas veces hemos visto como el otro. Pero no, sólo han sido unos cuantos los que han hecho daño a nuestros países. En verdad, estoy feliz de ver periodistas como tú en acción, rompiendo los cercos informativos, contando historias que nadie más quiere contar.

    Muchas gracias Altea !!!

    Te admiro mucho

    ResponderEliminar
  9. Por cierto, admirable también la historia de Necaxa, debería de actualizar su blog, es necesario.

    Muchos abrazos a los dos =D

    ResponderEliminar
  10. Ahh Excelente la historia de Necaxa, cuando fuimos allá muchas de estas historias salieron a flote, pisar Necaxa es tocar, oler y sentir la historia de un pueblo en lucha constante, orgulloso de su origen y capaz de defender con todo lo que su trabajo ha logrado para el país. Simplemente hermoso.

    ResponderEliminar