Todos los caminos de la ciudad de México llevan al Zócalo, pero para cada persona el camino es distinto. Yo llegué hasta aquí buscando historias. Aquí, en el centro de la ciudad de México, bajo un sol inclemente o bajo las súbitas tormentas de la temporada de lluvias que amenazan con inundar las carpas de los huelguistas, hablo con los trabajadores y trabajadoras de Luz y Fuerza del Centro que se mantienen en huelga de hambre en su lucha para recuperar su empleo. Contra los grandes medios de comunicación y contra el reloj que avanza en su contra. Estas son sus historias.

jueves, 1 de julio de 2010

Ugal II - la carpa ciega

Ugal disfrazado de monje frente a su "estudio de comunicaciones", en la Carpa 3, 1 de Julio de 2010

Se fue Ugal. Lo conocí el sábado 22 de mayo. Él andaba entonces por los veinte días de huelga de hambre y se veía aún saludable. Con el tiempo, aprendí a conocerlo mejor. Durante cuarenta días, yo continué yendo al campamento. Él seguía allí. Su rostro cambió: parecía más joven, y también más frágil. Aprendió a tuitear y se convirtió en un referente en las redes sociales. El huelguista de hambre que tuiteaba desde el Zócalo, en vivo y en directo para el mundo. La tarea lo absorbía y lo motivaba. Tal vez –pienso ahora- ha sido su tarea vital de comunicador la que le ha dado las fuerzas para continuar su huelga. Su deseo por informar. Poco a poco, se armó su pequeño estudio de comunicaciones en la carpa: juntó una mesa, una laptop y unos cascos. Siempre fue un bromista. Incluso hoy, cuando no pudo soportar más el dolor, se permitió despedirse con una broma. Ahora regresa a casa con su esposa y sus hijos. Superó con creces su objetivo: 20 kilos o 40 días. Cumplió 62 días.

Tal vez no debería contaros nada de esto. Y sin embargo, su partida me quiebra a mí también un poco. Con él no sólo se va un amigo –y uno de los huelguistas que conocí en los primeros días de la huelga- sino también el enlace de la carpa con el mundo. La carpa de huelguistas está ciega y sorda ahora hasta que otra persona retome el lugar de Ugal. Y yo resiento su ceguera. Me había acostumbrado tal vez al vínculo invisible que suponía la presencia de Ugal. Él tomaba fotos, contaba cosas, respondía a preguntas. Sé que en los últimos días Ugal andaba preocupado. No podía evitar preguntarse qué ocurriría con esa comunicación si él tenía que irse. Tampoco podía evitar pensar en cómo sería su salida. ¿Quién la reportaría, si él era el reportero? ¿Saldría él en silencio?¿No habría nadie para despedirlo a él?

En esto último, Ugal se equivocó. Él reportó su propia salida. Yo no tenía conexión a internet en ese momento. Y sin embargo, alguien se apiadó de mi ceguera y me mandó el mensaje por vías más convencionales. Que Ugal se va, me dijeron. Nos dejaron sin comunicación con la carpa, pero aún así el mensaje llegó. Hay otras vías, otras maneras. La carpa no está todavía ciega y sorda mientras quede gente que quiera saber qué ocurre. Y quedan muchos. Miles, a juzgar por la multitudinaria presencia en la marcha de esta tarde, 1 de julio.

Y me pregunto ¿Cómo será ahora su vida? ¿Lo volveré a ver? ¿Quién hará sonar ahora el himno de los electricistas, la tarea que siempre fue de Ugal? ¿Qué habrá sido de la rosa que alguien le trajo para decorar su escritorio portátil? ¿Habrá acabado de ver la película de El Violín? ¿Soportarán Richard y Rafa, sus compañeros de carpa, el vacío que deja Ugal tras de sí? Respiro tranquila, porque él está a salvo, y oculto una lágrima, porque lo echaré de menos. Aunque tal vez, con su extraño vínculo a través de internet, Ugal sea, precisamente, la única persona que no se irá nunca del todo de la carpa…


1 comentario:

  1. A Ugal lo conocí en Twitter, un giro en el destino me llevó a conocerlo en persona. Recién lo entrevisté junto a Altea para un documental sobre redes sociales en México. Cuando Altea le preguntó... bueno, mejor vean este fragmento en reconocimiento a Ugal, que hoy fue hospitalizado: http://www.youtube.com/watch?v=xsTI0HYsdjM

    ResponderEliminar